Me hace gracia cómo pueden llegar a ser las cosas de crudas, cómo podemos estar rodeados de gente frustrada por sus objetivos o sueños. Cómo la gente se hace una propuesta, pero la deja por el camino ante el menor bache. Me refiero, por supuesto, a todas esas cosas que hemos pensado en algún momento de nuestra vida que podríamos hacer, es más, parecíamos tan seguros de nosotros mismos que luego a más de uno habremos sorprendido al cambiar de opinión, ¿y por qué? Simplemente porque sí.
Yo me siento realmente frustrado, y no desde el punto de vista social ni intelectual, sino desde el punto de vista profesional. Desde que me alcanza la memoria quería ser fotógrafo, no sé, me encantaba coger la cámara y empezar a hacer el imbécil fotografiando todo aquello que me llamaba la atención. Me recuerdo ahí, tan seguro de lo que hacía, tan seguro de querer hacer eso… Recuerdo que tenía una cámara fotográfica amarilla chillón de éstas con carrete que luego se llevaba a revelar, e iba por ahí más contento que unas pascuas. Recuerdo que más tarde mis “Papás Noeles” me regalaron una cámara que era tipo tanque de guerra (de grande) y que tenía la característica de que las fotos se revelaban en el acto, para mí fue un descubrimiento asombroso, ¡se revelaban solas! Al fijarme en el tamaño del carrete y que sólo se podían hacer 10 fotos con uno de aquellos enormes carretes pensé en economizar cada fotografía; de ahí que solo llegase a hacer 20 fotos; de ahí que dejase de hacer tanta foto; de ahí que ya no quiera ser fotógrafo; de ahí mi frustración.
No acaba ahí todo. Recuerdo que mis “Papás Noeles” me regalaron un año o así más tarde un libro que se titulaba “Mi Primer Libro de Poemas”, que era algo así como un recopilatorio de poemas de tres diferentes pero grandes poetas como eran Rafael Alberti, Antonio Machado y otro más que nunca recuerdo. Era algo así como un libro destinado a los jóvenes, para que a los jóvenes les entrase la vena poética y pensasen en convertirse en pequeños grandes literatos. Lo hizo. Ése fue mi libro preferido por muchos años, era capaz de leerlo una y otra vez; además intentaba emular a los grandes escritores con mis grandes esfuerzos por crear alguna poesía decente, sin embargo lo que me salían eran meras rimas consonantes en versos impares. Lo que me desanimó no fue eso, sino el hecho de que nadie a mi alrededor escribiese y por otra parte el hecho de ver que mis líneas tenían más bien poco sentimiento y los temas eran siempre demasiado obvios. Y pensar que yo un día no muy lejano quise ser escritor…
Es como si nunca pudieses llegar a ser lo que te propusiste de pequeño. A mí me hace gracia mi hermanita, que dice que ella va a ser profesora de primaria, es decir, maestra, pero que ella va a vivir en un chalet de proporciones épicas y legendarias y que va a ser multimillonaria. También decía que iba a ser soltera. Yo pienso que todo junto es simplemente una utopía, pero en fondo espero que lo consiga. También pienso que en realidad si dejásemos a todos hacer lo que dicen de pequeños habría un innumerable número de astronautas, incontables futbolistas, algún profesor y millones de princesas. Sería una estampa graciosa para un futuro.
Luego dejé de hacer el tonto y entonces empezó mi larga etapa junto a los videojuegos (Vuelve a leer la frase). Me fijé en que realmente no tenía nada claro y que pocas cosas me gustaban como asignatura en el colegio. Parece gracioso pero escogí medicina por poder ayudar de alguna manera a los demás; por eso, pero también por el hecho de que me gustaría poder saber algo más de mí mismo, de cómo funciono, de cómo estoy hecho, de por qué la gente se muere, de qué pasa si cojo un bisturí y me rajo el grano que tengo en la pierna, ¿saldrá realmente algo interesante? Así que para medicina.
Pero bueno, para mí resulta no demasiado frustrante esto, ya que lo tengo muy claro desde hace algunos años. No me puedo poner en la piel de quien se pasa la vida pensando una y otra vez a qué quiere dedicarse y cambiando nuevamente de opinión. Mis condolencias.
Como conclusión, pienso que el mundo en sí no es el que trata de empequeñecernos o entorpecernos de cualquier manera, sino que somos nosotros los que nos echamos atrás ante cualquier inconveniente. Tal vez si lo tuviésemos realmente claro desde que somos unos enanos… Es como si tuviésemos miedo de que llegase el día en el que se nos hubiesen acabado todos los sueños por cumplir.
Sibulo.
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