En mi interior...

Relajado disfruto.
Cierro suavemente los párpados y empiezo a explorarme, en un momento recorro todo mi cuerpo, y esa sensación de autocontrol hace que me recorra un ligero escalofrío. De repente la negrura en mi cabeza desaparece, y aparecen las ideas. Ahora me encuentro delante de un castillo, mi castillo.
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En el fondo del alma hay un lugar donde solo tú puedes penetrar. Su forma la delimita tu mente, la puerta la forma tu alma y la llave es tu propio corazón. Si tu mente es abierta, crearás grandes espacios luminosos con multitud de salas y millones de estantes donde almacenar todos tus pensamientos; si por el contrario es cerrada, crearás un cojunto de espacios estrechos pero bien delimitados, solo tu conocerás su fin. Si tu alma es fuerte, tu puerta será resistente, y así tu morada no podrá ser hallanada; si por el contrario es débil, vivirás corrompido, sujeto a la dependencia por alguien más fuerte que tú. Si tu corazón es fuerte forjarás la más asombrosa de las llaves, esa llave te permitirá abrir todo tipo de puertas, y así ningún objetivo quedará demasiado lejos. Si por el contrario tu corazón es débil, forjarás una llave débil, quebradiza, y si se rompe, se romperán así todos tus sueños, ilusiones y esperanzas.
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Bienvenido a mi castillo, morada donde yo mismo habito. Aquí es donde me refugio, donde reflexiono y donde me recreo. He paseado por estos pasillos y habitaciones cientos de miles de millones de veces, y cada vez que lo vuelvo a hacer algo ha cambiado de lugar, nunca nada es igual.
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A veces lo que mejor conocemos es lo que más nos asombra.
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¿Y tú? ¿Te conoces?
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Sibulo

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